He tenido mi verano cálido,
yo caliente desde el amanecer. Por intermedio de la sabrosa insinuación de volver
la espalda al Sol y dejarlo ingresar. Sanar
como el agua de un tajo para beberla. Se repite. 

He tenido mi verano. Tribulaciones que develan, oh sí, las formas de mi anhelo. 
De mi completo deseo. 
De la codicia que engendro ante la presencia finita 
de toda una ciudad que se incendia y yo voy a dar la grasa, materia ósea y carne fresca de lo que camino, 
para sudar y reconocer  algo aprehensible. 
                                    Cómo nos trastoca lo superficial. Acaricio. 

La foto la hice en un salón de la Univ. a donde asisto. Es tan buena esta rutina para mí. La rueda rodando es, y yo gota de agua a sabiendas de fulminarse entre las brasas de algún fuego magnífico.